Imaginad realizar un trabajo donde nadie te dijera cómo hacerlo. O un trabajo, donde todos te dieran rígidas instrucciones sobre cómo hacerlo. Un trabajo donde pensaras que, si no cumples esas normas, algo malo podría ocurrir. Imaginad que estáis perdidos en el desierto y tenéis que encontrar la forma de salir de allí con tan sólo vuestra experiencia (es la primera vez que estáis en un desierto).
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«Tocando la Luna»
Esta semana, de nuevo os traigo un corto de Pixar, para ilustrar la temática de esta nueva entrada. Se titula The Moon (La Luna), y os animo a verlo primero para poder continuar con esta entrada:
En numerosas ocasiones he observado el pequeño de fantasma de la frustración parental , Hijos que no han cumplido las expectativas que los padres tenían previsto para ellos, ya planteadas desde que eran uno retoños.
Antes de nacer, ya venimos cargados con un montón de esperanzas y laboriosos trabajos que nos vienen atribuidos por las personas que nos rodean. Todos tienen planes para nosotros. En los casos más saludables: que seamos felices, que vivamos tranquilos o que tengamos la mejor vida posible serán los nutrientes emocionales del futuro bebé que viene en camino.
En otros casos, se atribuyen capacidades (que sea inteligente, listo, exitoso, buen estudiante..), una continuidad profesional o del negocio familiar (mi hijo será lo mismo que su padre/madre), que se comporte de un determinado modo o qué sea bueno y obediente siempre, ¡el mejor entre los mejores!. En estos últimos casos, probablemente pueda existir algún síntoma mal resuelto por parte de los padres, que aflora a modo de proyección en sus hijos.
Lo más curioso, es que nadie nos pregunta si queremos o no queremos venir a este mundo. Y si encima supiéramos lo que nos espera, igual más de uno se daba la vuelta…¡Demasiado para mi!, sería un posible respuesta ante tan inminente huida.

En este corto, un niño acompaña a su padre y a su abuelo para trabajar con ellos. ¡Hay que seguir la tradición familiar!. Cada uno le «ofrece» su conocimiento acerca del mejor modo de ponerse una gorra o qué cepillo es más adecuado para barrer. El niño intenta cumplir, intenta seguir lo impuesto, pero finalmente encontramos que incorpora algo nuevo a la tradición: su curiosidad y su creatividad. Gracias a ello, el trabajo sigue.
Quizás pueda resultar complicado dejar que un hijo tome su propio camino, que haga algo diferente a lo que uno esperaba. Pero nunca hay que olvidar que los niños vienen al mundo para que sean cuidados durante su más tierna infancia, para ser apoyados cuando la madurez aflora y no saben controlarla y para dejarlos libres cuando ellos lo necesiten.
El deseo anhelado y el complejo superado a partir de «mi pequeña creación», probablemente sea algo que uno mismo no resolvió. Un pensamiento, una experiencia o un sentimiento que se transformó en una herida sin curar. Pero nunca es tarde. Siempre es posible sanar ese malestar que impide avanzar.
Así se evitarán muchas decepciones, tristezas innecesarias, energías malgastadas en una dirección equivocada…Así el cambio será: la transformación del fracaso (porque esa «personita» cometerá un error al no elegir lo que debería) en orgullo (porque esa «personita» ha sido educada con fuerza y valentía para tomar decisiones por sí misma).
Hoy os animo a que alcancéis la luna, ¡tocadla sin miedo!. Os animo a que dejéis que vuestros hijos también la toquen, a su manera. Y os animo, especialmente, a disfrutar y gozar de esa bella sensación.
La vida no se vive a base de planes propios o impuestos. Así nunca funcionará.
Es bueno darse el permiso de aprender a improvisar.