El fin de este año y la proximidad del siguiente, genera movimientos internos en nosotros. Época de emociones encontradas, alegrías recordadas y tristezas abandonadas. Revisamos lo vivido, proyectamos el futuro y generamos deseos y metas que alcanzar. Sigue leyendo «La luz del 2017»→
Las pompas de jabón tienen un efecto mágico. Su brillo multicolor, su ligereza y su aspecto blindado y translúcido embriaga la mirada.
Pocos niños no desperdician la oportunidad de alcanzarlas y hacerlas explotar cuando las tienen cerca. Mientras que muchos adultos, no paran de observarlas esperando a que vuelen al infinito sin nunca romperse al tocar con un objeto puntiagudo o con el frío suelo.
¿Nunca habéis soñado estar dentro de una pompa de jabón? ¿Nunca os habéis refugiado en una burbuja a la que disteis el poder de ser el vuestro escudo ante la vida? Sigue leyendo «LA FRAGILIDAD DE LA BURBUJA»→
En numerosas ocasiones, la vida no nos pone fácil el camino. Los obstáculos vienen dados, o incluso, nos empeñamos en poner más dificultades delante de nuestros pies. Unas veces podemos elegir, otras no tanto.
Hoy os dejo un nuevo corto, también de Pixar, como ya he elegido en otras ocasiones. Puede que penséis que es un corto para niños, pero es un corto para todos.
Hoy no voy a contaros más cosas, prefiero que lo veáis y conectéis con vuestra emoción, con vuestro sentimiento, con vuestras vivencias. Momentos donde la dificultad os invadió, pero no os impidió cambiar la perspectiva y continuar.
Hoy me gustaría transmitiros mi emoción. ¡Cómo un dibujo me ha llegado tan adentro en tan poco minutos!. Es increíble sentir la belleza de la capacidad de superación y la cómo es posible poder disfrutar cuando uno cumple lo que más deseaba. Aquí os lo dejo:
Hoy os animo a compartir vuestras experiencias, aquellas que os hayan traído un recuerdo, después de ver a nuestro personaje particular.
“Hoy no tengo ganas, mejor mañana”, “Es que no es el momento adecuado, mejor esperemos que los astros se alineen”, “Si es que sé que no me va a servir para nada”, “Seguro que se me pasa, no es necesario hacer nada por el momento”…
Fuente: Viñeta de Quino
¿A que nos suena estas frases?, ¿os son familiares?. Seguramente todos alguna vez en vuestra vida habréis caído entre sus redes y eso os habrá hecho aplazar cosas que, quizás fueran importantes, pero parecieron demasiado difíciles en su inicio.
Actualmente, hay un término que está muy de moda en la actualidad: PROCRASTINACIÓN. ¡Vaya palabrita!, yo casi prefiero llamarlo: El Arte de Ponerse Excusas.
En realidad, en un principio lo iba a llamar: Excusas para no ir al Psicólogo. Pero, realmente, me di cuenta que la actitud es lo que genera parte de la excusa. No hay excusas específicas para no hacer ciertas tareas, hay excusas universales que usamos para evitar ciertas tareas.
La inspiración sobre lo que acabo de mencionar, me llegó a raíz de mi experiencia presente, ahora que estoy comenzando mi pequeña andanza, a menudo escucho frases del tipo: “Pues si que está bien lo que haces, todos necesitamos ir al psicólogo, pero quizás me animaré más adelante” o “bueno no suelo estar bien, pero en general no estoy tan mal como para tener que ir a terapia”. Es muy común la frase de “esto es sólo una racha” (aunque llevemos así algunos años…), “yo soy capaz de superarlo sin ayuda” y “si tuviera dinero…” (Hablo de casos donde lo económico no es un problema real).
Pero me acabé dando cuenta de que, no son excusas para no acudir al Psicólogo, son barreras que creamos para no enfrentarnos a algo desconocido.
Fuente: Viñeta de Quino
Por eso, le cambié el titulo. En realidad, todo lo anterior es un ejemplo concreto de algo más general. El ser humano tiene a evaluar y poner en una balanza el esfuerzo, las decisiones, las recompensas…¡Lo medimos todo!. Generalmente, si el esfuerzo es mayor de lo que suponemos que será la recompensa, es común que el resultado sea este gran Arte de excusarnos para aplazar, evitar o no intentar hacer algo.
En todas estas palabras, hay un punto muy importante: el sentimiento y la emoción. Siempre aparecen, y siempre me gusta hablar de ellos, son los protagonistas de mis historias. Ya que lo evaluamos todo, tendríamos también que valorar cómo nos sentimos cuando aplazamos planes, impulsos, actividades o propuestas. En este Arte, el alivio es algo común que se experimenta, ya que uno no tiene que enfrentarse a la activación que le supone cambiar la rutina. En otros casos, es ansiedad o nerviosismo, porque nuestra cabeza no para de decirnos que hagamos algo distinto a lo que responde nuestro cuerpo. También puede acudir la tristeza o decepción: “Otra vez que no hicimos lo que debíamos hacer”. Incluso un falso bienestar nos invade porque hemos aprendido a justificar nuestro Arte de ponernos excusas.
Fuente: Viñeta de Jim Davis
Si estas emociones llaman a nuestra puerta, es probable que no estemos del todo satisfechos con nuestras decisiones. Es momento de cambiarlas. Es momento de dejar de aplazar lo que verdaderamente sabemos que necesitamos. Es momento de dejar de anticipar que no merece la pena porque no lo conseguiremos o porque no es una recompensa que brille con luz propia.
No nos damos cuenta de que únicamente nos centramos en que lo valioso es la meta, el objetivo final. Por eso, si lo sentimos demasiado lejano , poco alcanzable o con demasiados obstáculos en el camino, es probable que nuestro cerebro se defienda y no le apetezca intentarlo.
La meta, el fin, es el movimiento. Podemos ser lineales, podemos ir por caminos más largos o más cortos, retroceder y coger impulso…Pero nunca quedarnos parados. Si estamos quietos, no exploraremos ni encontraremos nada. Si nos movemos, puede que encontremos un objetivos alternativos, recompensas inesperadas que puede que nos satisfagan más que la que habíamos idealizado.
«No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy», eso dice el refrán. Os animo a modificarlo, no dejes de intentar hoy, aquello que siempre te apeteció hacer. O no te pongas hoy, las excusas que lamentarás mañana.
El mundo que nos rodea parece que, en ocasiones, «exige» que aparentemos ser cosas que realmente no somos o no sentimos.
El mundo de “los debería” comienza a ser protagonista dentro la vida de muchas personas. Parte del sufrimiento de muchas personas viene de la mano de una idea recta e inflexible que no nos permite crecer con libertad.
Las exigencias a veces son materiales: “Debería tener un coche, una casa, mucha ropa, tecnología, etc”, pero cuando el vacío de tener mucho sin sentirse bien inunda el alma, estas exigencias pueden llegar a ser algo más dañinas: “Debería tener otro cuerpo, otra personalidad, otra cara, otras habilidades…o mejor, debería ser como el otro porque yo no me gusto”.
El deseo de aparentar creo que puede surgir cuando uno no está satisfecho con sus logros, con su persona, con su vida. Puede que a uno le enseñaran que le querrían más si era el mejor, o puede que las decepciones de la vida se hayan consolado con premios materiales. También se oyen cosas como “tanto tienes, tanto vales”…
Por mucho humo que queramos vender, por muchas adornos que usemos para camuflar lo que no nos gusta, al final no funciona. Puede venir una lluvia y dejarnos al descubierto, con mucho más malestar por ver expuesto aquello que quisimos ocultar.
Esto no es una entrada triste, esto no es un post criticando el capitalismo que crea necesidades innecesarias en la población. Esto es una reflexión que invita a pensar sobre la idea de ¿QUÉ ES LO IMPORTANTE?.
Cuanto más tiempo utilice una persona para crear una fantasía a partir del deseo y del anhelo de lo que no tiene, menos tiempo estará ofreciéndose a sí mismo para marcarse metas, objetivos y encontrar la manera que sentirse feliz por lo que tiene.
Por ello, hoy os invito a que no dejéis que nadie os venda humo, os invito a que sólo seáis vosotros quienes hagáis realidad vuestras fantasías. Sentid que ya tenéis todo lo que necesitáis para vivir, el resto es secundario. Y si no es así, buscad el modo de sentirlo, pedid ayuda, buscad el camino, pero siempre con el orgullo de ser capaz de intentarlo… Nunca aparentando que nada falta, cuando falta todo.
Si escarbamos entre nuestros recuerdos, es probable que encontremos al menos un momento en el que nos hayamos sentido especiales en nuestra vida. Curiosamente, en un porcentaje elevado de casos, también es probable que ese recuerdo se encuentre ligado a una hazaña, un acto, un trabajo o a una persona que nos recordó que éramos importantes por eso que habíamos conseguido. Otras veces, ni tan siquiera parece que dependa de nosotros: es el otro quien nos lo recuerda y esto nos acostumbra a esperar que nuestro valor venga de fuera.
El día que nacimos, ya éramos especiales. Tuvimos la valentía de venir a un lugar del que no sabíamos nada, donde no nos habían preguntado si queríamos o no estar aquí. Nos dieron una palmadita en la espalda y ahí comenzó nuestra andadura.
Después crecimos, dimos los primeros pasos, las primeras palabras, comenzamos a relacionarnos, surgieron los miedos, la curiosidad y de nuevo fuimos especiales: estábamos gateando desde un presente hacia un futuro.
En este punto la cosa puede que empezara a complicarse: algunas dificultades se toparían frente a nosotros, nos acecharían fantasmas, sufriríamos algunas heridas que después habría que curar, nos esperaban emociones, decepciones, alegrías y tristezas… Algunas preocupaciones, exigencias o la rigidez impuesta por un mundo organizado, podrían alejarnos de nuestro sentimiento más innato.
Luego vinieron los adornos: dinero, trabajo, éxito, estar sano, seguir el camino establecido, la felicidad constante y un sinfín de ingredientes, todos ellos necesarios para que uno pudiera sentirse especial. Esto generó confusión: ya no sólo servía ser uno mismo, ahora hacían falta más cosas. Y lo más problemático: había cosas que no eran fáciles de alcanzar o dependían de uno mismo.
En unos casos, el camino continuaría igual, sin sobresaltos. Pero en otros casos, puede que el fracaso, la ansiedad, el miedo, la angustia o la tristeza invadieran al personaje. ¿No es fácil cuando no tienes todos los ingredientes?
En este punto, propongo cambiar la historia. Propongo volver al principio y cambiar el inicio. Propongo contar una historia que comience así:
“Ser especial es simplemente ser uno mismo. Somos especiales por el hecho de aprender en este paseo al que llaman VIDA. No esperes a que otro te lo diga, porque puede que esto no llegue cuando tú quieras. Si eres capaz de sentirte especial por ser quien eres, te respetarás, valorarás tus virtudes y aprenderás de tus defectos. Si entiendes que una persona puede equivocarse, tus exigencias serán menos rígidas y buscarás maestros en lugar de culpables”.
Aquí no acaba esta historia, como he dicho antes, sólo es el principio. Es importante que continuéis hacia un final, o hacia varios finales. Dadle vuestra esencia, vuestra experiencia.
Puede que hubiera sido más fácil si esto nos lo hubieran contado antes. Pero, también puede ser que quien debía contarlo no conociera bien la historia, quizás nunca antes la había escuchado o simplemente no supo contarla o lo hizo a su modo. Es complicado saber con certeza por qué las personas se comportan de una determinada manera en la vida.
Por suerte, sí tenemos la capacidad de conocer la intención de nuestros actos. Por eso, si en algún momento no os sentisteis especiales, pensad en esta pequeña historia y cread un nuevo recuerdo. Porque no depende del resto, depende de ti.
Será una sonrisa especial, propia, verdadera y real.
Una sonrisa que se enfrente a lo que no nos gusta, a lo que nos hiere, a lo que nos pellizca por dentro.
Una sonrisa emotiva, con sentimiento. No una sonrisa cualquiera, es una de esas sonrisas que definen quien eres. Vas por la calle diciendo: ¡Eh, mirad todos!: esta es mi sonrisa…(es genial esa sensación, ¿verdad?)
Las hay de medio lado, de oreja o oreja, mostrando dientes o con carcajada incluida. Es cuestión de ELEGIR…
Pero si hasta los estudios nos dicen que hacemos ejercicio cuando sonreímos (movemos hasta 430 músculos al parecer según cuentan algunos expertos…).
Dejemos las palabras y vayamos a lo práctico: subo una comisura de la boca, subo la otra, et voilà: LO CONSEGUIMOS. No era tan difícil, ¿verdad?.
Muchos podréis pensar que os lo pongo muy difícil y que, en realidad, estoy hablando de una sonrisa lejana o complicada, que no es real o que parece idealizada. No es mi intención y vosotros decidís la versión de sonrisa de la que estoy hablando…
En realidad, esto mismo es lo que pasa con nuestra vida: podemos elegir el camino fácil o el camino menos fácil. Pero al final, en un momento u otro siempre nos quedará nuestra sonrisa (porque es nuestra y genuina, no lo olvidéis nunca).
Simplemente quería retomar mi blog compartiendo algo que nos ayuda a ver la vida con perspectiva.
Os animo a complicar menos la vida y COMPARTIR más SONRISAS.
A veces, nosotros creemos saber a quién debemos interpretar. A veces, el mundo que nos rodea cree que tiene la licencia para decirnos cómo actuar. Pero, ¿y si nos equivocamos?, ¿y si el mundo se equivoca?.
Nadie es tan sabio como para saber de qué pasta estamos hechos. Sólo cada uno de nosotros es capaz de descifrar tan complejo paradigma.
Un día, sin esperarlo, la idea que teníamos en la cabeza sobre cómo era eso de vivir se rompe en mil pedazos. El viaje que esperábamos realizar cambia su rumbo de modo inesperado. Frustración, ira, venganza, miedo, angustia…Todo invade nuestro cuerpo, nos bloqueamos inmóviles ante la desesperación de no saber como continuar.
Pero el tiempo pasa, y sin que nos demos cuenta, los caminos que debemos seguir se bifurcan: podemos seguir sumergidos en la inercia de ser actores con un guión escrito; o podemos tomar el camino alternativo y trasformar los fantasmas en vida. Aceptación, esperanza y superación recargan nuestra ilusión para reescribir nuestro nuevo guión y partir de cero.
No es fácil vivir ante las adversidades, pero menos fácil es vivir vencido por las adversidades. Dejemos volar con libertad a esa mariposa que todos llevamos dentro.
Quizás nos lleve nuestro tiempo, quizás sea un trabajo duro, quizás nos encontremos piedras en el camino, pero… ¿Quién dijo que ser mariposa fuera un trabajo fácil?
He vuelto a ver este corto que tantas emociones me despertaron: risa, llanto, sorpresa, admiración, esperanza, gratitud por la vida… Gracias, amiga, por compartirlo en su día.