Hoy vamos a jugar.
Os propongo un juego para los mayores que fueron niños, y para esos niños que dentro de un tiempo serán mayores.
Este juego se titula: “Un día me dijeron que…”
Comencemos… “Recuerdo que un día me dijeron…”
¿Cómo completaríais esta frase? Podéis hacer una lista, corta, larga, llena de adjetivos, con vitalidad y acción, de cosas bonitas o feas… (os adelanto que puede que algunas cosas feas quieran ser protagonistas en vuestra lista). Free style.
Si queréis hacerlo con los peques (o para los
que se atrevan a jugar como si fueran peques): los recuerdos se pueden pintar, modelar, escribir o dibujar. Sólo es cuestión de darle una forma con la que se identifique el recuerdo.
Vamos a continuar…Elegid uno de esos recuerdos.
Es mejor ir poco a poco. Elegid al azar o premeditadamente, ¿cuál de todos ellos resuena con más fuerza entre vuestras neuronas?
- ¿De quién venían esas palabras? ¿Siguen cerca de nosotros?
Nuestros padres, hermanos, amigos, compañeros, la gente que nos rodea tiene una percepción de quienes somos, de qué cosas hacemos. Es habitual que todos nos hayan dicho cosas sobre cómo somos o cómo actuamos. Pero hay que recordar una cosa: ellos miraban el mundo con sus ojos, NO CON LOS NUESTROS.
- ¿Qué parte de ese recuerdo sigue en ti?.
Solemos dejar un espacio a las palabras que nos definieron una vez. Pero también necesitamos espacio para la percepción de nuestras propias palabras, de nuestra propia persona.
- ¿Qué emoción o sentimiento te genera ese recuerdo?.
Las calificaciones tienen dos partes importantes: una grande que nos hace un poquito más valientes, más fuertes o simplemente más…Pero también encontramos su antítesis: la que nos hace pequeñitos, faltos de madurez y no tan agradables a nuestros ojos.
Sigamos jugando…¿Están esas partes equilibradas?
Esta pregunta marca la esencia de nuestro juego. Este es un juego de valentía, y de equilibrio, va sobre creencias, sobre verdades y también sobre cambios.
Puede que hayamos crecido pensando que aquello que nos dijeron una vez, es algo que nos define. Pero si esa verdad nos incapacitó para poder hacer algo, también puede que creamos que nunca conseguiremos ciertas cosas.
Quizás a partir de una mentira, nos dieron fuerza para crecer con valentía. Y quizás, al descubrir la verdad, se cayó parte de nuestra identidad.
Otras creencias y recuerdos evolucionan. Una persona dejó algo en nosotros, pero años después otra persona lo cambió. Puede que ambos lo hicieran con nuestro permiso, o puede que lo hicieran sin él, pero algo marcó una diferencia.
Recordad: sólo es un juego.
Los juegos se basan en reglas. Y esas reglas fueron inventadas en su origen. Funcionan a través de la magia de la fantasía. Por eso, este juego es especial. Porque podemos cambiar cosas inventando nuevas reglas.
Lleguemos al final…Buscad entre vuestros talentos y capacidades.
- REGLA IMPORTANTE: cuanto más larga sea esta nueva lista, ¡MEJOR!.
Para los más pequeños, podéis usar pegatinas o medallas de papel que representen cada cualidad, talento o “superpoder”.
¿Cómo acaba este juego?
Mostrad a vuestro recuerdo, esa genial súper-cualidad o talento que acabáis de descubrir.
Imaginad a estas parejas de viejos y nuevos recuerdos. Pueden estar jugando al ajedrez, realizando una lucha con almohadas, podéis escribir palabras enfrentadas en dos columnas a la espera de que una de ellas sea tachada, o aprovechad para echar una guerra de globos de agua. ¡Sólo uno puede ganar!
¿Quién gana? Vosotros decidís.
- Si gana el recuerdo, será porque habéis elegido aquello que ayuda a ser más fuertes y os hace grandes.
- Si gana el talento, es porque esas palabras que os han acompañado durante tanto tiempo ya no forman parte de vuestro presente, o quizás tampoco parte de vuestro pasado. Alguien las puso ahí por error, o por una verdad equivocada.
Para terminar, un pequeño consejo:
Que vuestro TALENTO siempre SUME, cuando vuestro RECUERDO sólo resta.