¿Alguna vez os habéis quedado con la palabra en la boca? ¿Habéis esperado a que el otro se diera cuenta de lo que sentíais sin éxito? ¿Habéis estallado sin pensar vuestras palabras?
Respondiendo a la petición del comentario de nuestra compañera Lucía, hoy os invito a reflexionar sobre cómo nos sentimos cuando no expresamos lo que pensamos o no decimos lo que sentimos.
A lo largo de nuestra vida nos encontramos con muchas situaciones que recordamos con dolor por no haber actuado como nos hubiera gustado.
“Y si hubiera dicho…”, “Y si no me hubiera callado…”, “Siempre me pasa lo mismo y nadie se da cuenta…”
Estas y muchas otras frases resuenan en nuestra cabeza, mientras elaboramos un diálogo imaginario con esa otra persona. Estas ideas recurrentes, sobrevolando nuestra cabeza, nos generan emociones como tristeza, dolor, angustia…Para compensar nuestra angustia, intentamos darle sentido a la situación: “Si le decía lo que pensaba seguramente no volvería a hablarme…”, “es probable que me deje si le digo lo que siento…” o “creo que es lo mejor que debo hacer, así no heriré sus sentimientos…”
Mil razones pueden explicar este fenómeno. Entre ellas, una puede ser el miedo que nos supone expresarnos. Podemos llegar a contener en un grado tan elevado lo que sentimos, que cuando nos imaginamos expresándolo suele ser de una manera bastante agridulce: con palabras hirientes pero liberados del terrible malestar.
Puede que alguien nos contara una vez que no hay que herir a las personas. Pero si ese alguien no nos enseñó a defender nuestra alma, el equilibrio es imposible (como cuenta la canción). Las palabras y los sentimientos sinceros no siempre deben ser dañinos. Del mismo modo que no siempre es bueno quedarse callado.
Es muy complicado complacer a todos lo que nos rodean, resultando insano emocionalmente. Primero habría que preguntarse por las necesidades propias. Esto nos facilitaría el camino, pues nos daría una información muy valiosa a la hora de definir nuestras relaciones. Después tendríamos que ver si esto es compatible con las necesidades del otro. El problema surge cuando invertimos el orden de los factores (aquí sí puede alterar el producto).
No podemos pedirle al otro que no se moleste cuando oye algo que no le gusta. Del mismo modo que no podemos pedirnos a nosotros mismos generar bienestar a todo el mundo que nos rodea.
Quizás ese no sea nuestro papel en el mundo. Quizás nos de miedo defraudar. Quizás nos asuste el rechazo.
Cada uno sabe cuál es su quizás
Intentad rellenar este bocadillo tipo cómic con esas palabras que nunca salieron de vuestra garganta. Leed lo que acabáis de escribir. Leedlo en alto. Hacedlo varias veces. Puede que el tono y la emoción vayan cambiado.
El siguiente paso es luchar contra el miedo. ¿Cuál es el tuyo? , si no lo sabes, no pasa nada, ya se dejará ver. Siente la capacidad de vencerle, mediante la palabra, mediante un acto. Puede que os lleve un tiempo (el miedo a veces es duro de roer).
Esta es tu decisión. Esta es tu CAPACIDAD. Esta será tu manera de no complacer a otros. Siendo imperfectamente HUMANOS.
Muy buen texto y cuanta verdad contiene,no actuamos como quisieramos por el miedo,entonces sale nuestra ira y rabia…conclusión que no solucionamos el problema,mañana seguimos igual asi que,vamos a poner en practica estos consejos aunque sean duros de roer..Quizas nos encontremos mejor con nosotros mismos y con los demás…así que animo a empezar desde «ya»
Gracias María por tu comentario 🙂 Me alegra saber que te anima a intentar un cambio. Espero que consigas una mejora en tu día a día. ¡Te mando un abrazo grande!
Hola! soy Maria.Leo y releo el texto de el poder del silencio,siempre cojo alguna palabra que no has comprendido en ese momento,es como una peli que cuando la ves la segunda o tercera vez encuentras algo que no te habías dado cuenta.Intento ponerlo en practica como comente pero me resulta muy dificil llevarlo a cabocon tamtas cosas que hacer que realmente no son para mi,siempre pensando que los que me rodean se sientan bien…el nieto,la abuela,el marido,la hermana…..al final he perdido el rumbo de mi vida,no se a donde voy,ni que quiero,ni como dejar de complacer,dentro de lo normal,todos tenemos que tener un grado de complaciencia…pero me es imposible cambiar unos habitos tan arraigados y cuando tu autoestima esta por los suelos,cuando ves que nada de tus sueños se cumplieron,intentas hablar con los tuyos y es hablar con la pared..al final sale la ira,como dice el texto,pero al dia siguiente vuelta a empezar.Creo que habrá muchas mujeres como yo que no sabemos como salir de esta sin hacer sentir mal a los demás.
Hola María, muchas gracias por compartir este pedacito de tu vida. Es muy valiente por tu parte. Como bien dices, no es fácil cambiar hábitos y comenzar a hacer cosas diferentes a las que suelen formar parte de nosotros. En tu caso, al menos, con el hecho de intentarlo y plantearte el cambio, ya es un paso importante. No mires aquello que no consigues, sino valora lo que intentas buscando una alternativa. Es normal que volvamos a lo mismo cada día porque es la incercia del aprendizaje, así que date el permiso para aceptar que esto puede ocurrir. Busca la manera de gustarte para nutrir esa autoestima, y luego seguimos el camino para estar bien con los demás. Estoy segura de que muchas personas comparten tus palabras y tu experiencia les servirá de ayuda. Gracias de nuevo. Un abrazo enorme.