Las pompas de jabón tienen un efecto mágico. Su brillo multicolor, su ligereza y su aspecto blindado y translúcido embriaga la mirada.
Pocos niños no desperdician la oportunidad de alcanzarlas y hacerlas explotar cuando las tienen cerca. Mientras que muchos adultos, no paran de observarlas esperando a que vuelen al infinito sin nunca romperse al tocar con un objeto puntiagudo o con el frío suelo.
¿Nunca habéis soñado estar dentro de una pompa de jabón? ¿Nunca os habéis refugiado en una burbuja a la que disteis el poder de ser el vuestro escudo ante la vida?
Al buscar protección, al huir del dolor, de las preocupaciones o de las crisis, es habitual que nos resguardamos en el rincón de nuestros pensamientos. El estos pensamiento les damos forma, los miramos una y otra vez y experimentamos su efecto. Cada vez más grandes, cada vez más complejos, cada vez más repetitivos. La burbuja se queda pequeña, así que decidimos hacerla más grande. ¡Ojo! No para que tengamos compañía, sino para que podamos dar mayor acogida a esta masa que no hace más que crecer y crecer.
Entonces comenzamos a soplar y hacer la burbuja más grande: más preocupaciones, más miedo, más angustia. Pensamos que aletargados estamos protegidos, nadie explotará nuestra guarida.
¿Por qué los niños explotan sin miedo cada pompa esperando a la siguiente? Aún no sienten miedo del mundo, se sienten fuertes y valientes. Sólo quieren atrapar aquello que parece que pueden alcanzar. La decisión de explotar cada pompa les sirve para aumentar la expectación ante la siguiente: ¿será más grande?, ¿tendrá más colores?, ¿hasta dónde alcanzará su vuelo?
¿Por qué los mayores nos quedamos mirando? Porque nos da miedo que la pompa de jabón cambie. Porque nos sentiremos culpables de haberla roto. O porque simplemente creemos que ya no estamos en el momento de explotar pompas de jabón.
Es bonito construir burbujas, pero más bonito aún es sentirse libre para destruirlas y crear otras nuevas. Las burbujas o las pompas de jabón son frágiles. Nosotros también. Lo somos durante toda la vida. No podemos controlar el dolor, no podemos controlar a otras personas, ¡no podemos cambiar la locura del mundo!

El miedo a romper nuestra burbuja no nos hace fuertes, sino que aumenta nuestra sensación de fragilidad. Porque sabemos que cualquier cosa, cualquier persona podrá romper nuestra burbuja.
En lugar de prepararnos para enfrentarnos al estallido, reforzamos y engrandecemos la burbuja pensando que así será más indestructible. Por lo tanto, hacemos más rígidos nuestros pensamiento y nos aferramos a la idea de que el único mundo posible esta dentro de nuestra pompa de jabón.
La pompa también tiene un efecto óptico: nuestro reflejo dentro de ella es infinito. Pero siempre es el mismo reflejo.
Fuera, el mundo tiene muchas realidades, muchos reflejos. Puedes elegir, puedes cambiar o simplemente puedes observar el que más te guste, unas veces dentro y otras veces fuera de tu particular .