Esta semana me adelanto al viernes, eligiendo este miércoles lluvioso para compartir con vosotros un trocito de mi historia. Algunos ya la habréis leído porque está en otro apartado de esta web, pero quería que formara parte de esas pequeñas versiones de mi, que cada semana garabateo entre líneas.
El título de «La búsqueda» surge del aprendizaje personal, al darme cuenta, de que sentirse perdido no era sinónimo de no avanzar, sino que la clave se encontraba en no dejar de tener ganas de buscar, de explorar nuevas vías y de caminar hacia delante (aunque a veces se diera algún paso hacia atrás).
Aquí os dejo mi relato. Espero que os guste…

«Había una vez una pequeña princesa que vivía en el país de los objetos perdidos. Sus lugareños eran descuidados con sus objetos personales, pensaban que no eran útiles en su presente, así que se dedicaban a regalar sus pertenencias para que los demás pensaran que eran amables. Otros las rompían cuando se enfadaban. Las dejaban olvidadas porque creían que no eran importantes. O a veces, simplemente dejaban de usarlas porque pensaban que no servían para nada…
Un día, esto también le ocurrió a la princesa, perdió un valioso objeto que dejó olvidado en el mar. Cuando se dio cuenta de su pérdida, no intentó recuperarlo, creyó que era tarde y que no era algo tan valioso como para volver para recuperarlo. Se trataba de una llave de un viejo diario que ya no escribía…

La princesa creció y un día quiso recuperar algunos de sus escritos. Pero no pudo hacerlo, estaban en el diario que ahora no tenía llave. La tristeza invadió su corazoncito, ¿porqué no volví a por la llave?-se preguntaba. Después llegaron los reproches, la frustración y la desesperanza. Un día se cansó de esperar, de lamentarse, jamás recuperaría su llave si no hacia algo. Así comenzó su búsqueda.
Primero acudió al panadero, amigo de la familia de toda la vida…Pero éste le dijo que sólo podría ofrecerle un pan riquísimo, pero no tenía llaves de ningún tipo en su tienda. El zapatero que tenía su tienda en el centro de la ciudad tampoco pudo ayudarla (pero le regaló un par de bonitos cordones). La gente del pueblo, la recomendó ir al herrero, experto en reproducir llaves. Pero una nueva desazón tuvo la princesa, cuando éste le pidió la llave maestra para hacer la copia: pero la llave estaba perdida. “Ve al cerrajero de la colina”-le indicó el herrero-él seguro que dará con la solución”.

La princesa dudó que hacer, la colina estaba demasiado alejada, era un camino lleno zarzas y había animales peligrosos. Por un momento pensó en desistir, pensó que no hay solución posible.
Pero, de repente pensó: “si no lo intento, nunca sabré si esto podría ser distinto”. Así que, mochila a la espalda y bastón en mano, comenzó a caminar rumbo a la colina. Cuando llegó, una sensación de paz la invadió: ¡Por fin! El herrero le esperaba con una sonrisa tranquilizadora, y le preguntó por su visita. “Perdí mi llave y necesito una nueva para abrir mi diario”. El cerrajero le dijo en un tono amable:“A veces, no hace falta llave, no es necesario repetir lo que ya no funciona, sino tener estrategia, habilidad e ilusión para abrir hasta el candado más complicado”. Y con una gran sutileza, abrió el candado con sus herramientas.
La princesa agradeció enormemente el gesto, abriendo su diario y recomponiendo los fragmentos de su pasado escrito con una letra que ya apenas podía leerse. “Hoy yo te di una ayuda, pero puede que mañana la ayuda esté en otro lugar. En realidad, lo importante fue no desistir en tu búsqueda, si no nunca hubieras llegado hasta aquí. Siempre es posible abrir sin sufrimiento aquello que se había cerrado. Sólo es cuestión de elegir”.
A partir de ese momento, la princesa decidió crear una oficina donde se recogieran todos los objetos perdidos de su ciudad. Un lugar de referencia para todos aquellos que quisieran recuperar algo que un día perdieron.”
-FIN-
Cuando ya pensé que había elegido, la vida no me permitió alcanzar esa decisión, no todo depende de las ganas que uno tenga, a veces, simplemente no llega. Ese no era tu camino también escuché varias veces, otra cosa mejor vendrá…
Y entonces llego la gran pregunta: “¿Y ahora qué quiero ser de mayor?”. El problema fue la respuesta: “no lo sé” fue lo primero que me salió. Y la angustia me embargó…

Pero, de repente empecé a pensar: “la motivación no había cambiado, el objetivo tampoco, sólo el escenario y el proceso (ahora más largo y costoso)”. Y eso dio pie a un nuevo comienzo, una nueva ilusión, no todo siempre debe tener un camino, es interesante descubrir que otras rutas existen. Y esa ruta (aún algo corta), aunque necesita algo más de experiencia y sabiduría, es la adecuada para dar la mejor versión de mí como psicóloga.
Muy bonito lo que escribes!
Creo que lo más difícil es encontrar el principio del camino. A veces me he sentido perdida y angustiada por no saber siquiera dónde buscar.
En mi caso todo empezó con una pequeña idea que al principio no tenía muy clara, pero que cuanto más meditaba más se iba pareciendo a una meta real.
Así fue como la ilusión escogió el principio de un camino, y antes de dar el primer paso llamó al esfuerzo para que la acompañase. La ilusión alimentaba al esfuerzo y curiosamente el esfuerzo también era capaz de alimentar a la ilusión. Ambos iban construyendo y poniendo guías a un sendero que, una vez un poco avanzado,era capaz de autodirigirse cuando la ilusión o el esfuerzo flaqueaban.
Y así, según me esforzaba y buscaba, no sólo se moldeaba el camino sino también el horizonte, que se tornaba más nítido y esperanzador aunque siempre igual de lejano. El futuro siempre será futuro.
Creo que mientras se busca un camino también se le infunde vida, y sin saberlo se va creando silencioso bajo tus pasos.
Sólo se necesitan ilusión, esfuerzo, medios y a veces algo complicado de encontrar: el principio de un camino.
Ánimo a todos en esta vida tan hermosa.
¡Que bella respuesta! Es tan bonito ver que cada uno tenemos una historia…Muchas gracias por compartir la tuya Raquel. La ilusión y el esfuerzo creo que son grandes compañeros de viaje, así que los seguiré teniendo en cuenta y ahora más aún, gracias a tus palabras. Ten un buen fin de semana,
¡un abrazo y un millón de besos!
Una historia muy bonita e inspiradora.
Yo… si te digo la verdad empecé a estudiar psicología un poco de rebote porque estuve dudando hasta el último minuto, incluso después de escribir las opciones en la preincripción, pero al final… mira tu por donde, me acabó gustando y todo. Tras el primer trimestre me enamoré de la carrera. Y eso que dicen que el primer año siempre es el más aburrido jaja.
Un beso^^
Me alegro mucho que te haya gustado Sara 😉 Yo en mi caso la frustración me llegó tras mucho tiempo de formarme para intentar sacar plaza PIR sin éxito (puse toda la carne en el asador y confiaba en mis posibilidades, pero me equivoqué y me quede bastante plof), unido a un despido un tanto injusto a mi parecer y ante el miedo de hacerme emprendedora.
Pero, la verdad, es que ahora estoy feliz por hacer lo que siempre he querido y por hacerlo a mi manera, y aunque me queda algún lastre aún por quitarme, he cambiado la forma de ver las cosas. Me sentí tan fracasada que me sentía perdida, pero ahora siento que todo me ha ayudado a coger impulso para caminar mas fuerte.
Al final todos tenemos una historia que nos ayuda a avanzar y en nuestra profesión más aún. 🙂
¡Un besote grande!
Puffff el PIR me lo plantee alguna vez pero al final como que no… no me veo capaz de estudiar tantas horas al dia durante un año entero. Te admiro mucho por intentarlo, eso dice mucho de ti. De todos modos si lo ue realmente te gusta es hacer terapia yo creo que es mejor la privada. Porque en la pública tienes tantos pacientes que al final solo los ves una vez al mes a no ser que sean casos muy graves y 40 minutos como mucho—. Otros van dos o tres veces y lo dejan…
En fin, me alegro de que te vayan las cosas bien Raquel. A ver si en un futuro puedo decir lo mismo jaja 🙂 Un beso!
Si es durillo la verdad…pero bueno pese a no sacar plaza aprendí mucho. En realidad también prefiero la privada, pero l PIR era otra vía de formación interesante. Y bueno, ahora estoy contenta, pero esto va muy lento…es difícil darse a conocer en este mundo. Con ganas de trabajar todo ira saliendo, o eso espero. Seguro que nos espera un buen futuro Sara, confía en ello.
¡Un abrazo!